MÁS ALLÁ DE LAS ETIQUETAS: TEONILA MALTAS PINEDA
Por: Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
Las clasificaciones científicas son necesarias y ayudan mucho a entender el mundo: he ahí su belleza. Pero cuando se absolutizan irracionalmente como suele suceder, y degeneran etiquetas inamovibles, traicionan a las ciencias de las que nacen.
Esto ocurre en todas las esferas del conocimiento, y en las artes abundan los ejemplos. Muy representativo es el caso de Teonila Maltas Pineda (Santa Clara, 1945), quien desde la adolescencia sentía esa inexplicable necesidad de dibujar, y nacieron aquellas criaturas de fuertes contrastes blanco-negro en sus enormes tintas, dibujo que protagonizaría en sus pinturas, por lo que sería erróneo querer encasillarla como dibujante o como pintora: es la una y la otra a la vez, cultivándolas ambas a igual nivel, desdibujando sus fronteras… si es que las tienen.
Al graduarse de la Academia de Bellas Artes San Alejandro (1972), donde había estudiado pintura, dibujo y escultura, y participado en las tres primeras de decenas de exposiciones personales y colectivas nacionales e internacionales que haría, se estaba formando en el periodismo televisivo durante más de 30 años (1969-2002) y conociendo otros países, además de aquellos donde ha legado obra en colecciones privadas e institucionales, pues lo simultaneaba, y nunca dejó de ser la artista de la plástica, aunque se sistematizó como pintora sobre todo a partir de 1982 con su exposición El sueño de la razón engendra monstruos.
Tiemblan las etiquetas: con esa exitosa carrera en las artes visuales (premios, menciones y otros reconocimientos en Cuba y otros países) y al mismo tiempo, con tan distinguido trabajo en la prensa audiovisual… ¿artista de la visualidad, o periodista de los medios? Muy lejos de la contradicción, ella misma devela la complementación: “el movimiento se lo debo a la televisión”, medio al que califica de “un arte sin fronteras”. Y vemos que las distancias que a primera vista parecían insalvables, no lo son.
En efecto: en su obra visual resalta ese movimiento suave, rítmico, sostenido, sugerente… en una palabra: sensual, en que con sus trazos y temas, viajamos en el tiempo de acuerdo a la tremenda dinámica de la época que vivimos, a la más remota prehistoria, a mundos nuevos y extraños, a vidas y muertes paralelas… al punto que de volver a montar aquellas tres exposiciones sobre la ciencia ficción en las artes plásticas cubanas (1986-1989), y aun sin detectar otros que así la haya rotulado, yo la incluiría sin titubear.
Quizás la más consistente de las etiquetas en ella ha sido el ambientalismo, cultura que se ha desarrollado sobre todo al avanzar el siglo XX como consecuencia de la crisis ambiental evidenciada cada vez más en todo el planeta, y en el proceso de su sistematización en las artes, hay que incluir entre sus pioneros a Teonila Maltas llamando a la sensatez para salvar la naturaleza frente al deterioro ambiental, las transformaciones y las especies amenazadas y extinguidas, con la lógica angustia, pero también la esperanza del cromatismo en sus paisajes, sensibilizada ante problemáticas como El Sahel en África; arte y sensibilidad realzados por el lirismo de sus títulos, cuestionándose si antes hubo bosques, avizorando agua en el horizonte, lluvia ácida, el caos fértil de monstruos, y ya sin razón ni equilibrio, cual SOS oímos gritar a toda la Naturaleza en una sola potentísima voz: “Quiero existir”.
Ha sido un tema que ha sostenido, como demostrarían otras obras: Energía vital y fuerza perpetua, Creación, Raros seres marinos (2002), La ruta de la lava (2012) El bautizo del óvulo, Profunda Armonía, Engendrando olas (2016) y Cosmic Lust (2018), y exposiciones como la personal Réquiem por el agua (2014) y antes, entre milenios, SOS Urgencias, sin disminuir los rigores del arte; como diría el profesor Antonio Alejo: “con la poesía en sus manos”, al tiempo que tampoco se limitaba al dibujo y la pintura, y ejemplifico con su proyecto de una instalación ambiente con dos móviles y 70 óleos sobre tela, con cuatro poemas cuyos versos titularían las pinturas en cuatro conjuntos autónomos coordinados, complejidad que no se ha podido realizar aún, y voto porque no demoremos en disfrutar.
O sea, dentro de las artes visuales trasciende más allá del dibujo y la pintura a las instalaciones en alguna exposición, además de haber proyectado esta, y hasta diseñó la portada del libro de una sicóloga cubana en Argentina.
Ni siquiera se puede absolutizar excluyentemente como ambientalista: también (y por solo citar este ejemplo) donó un cuadro en la exposición colectiva El arte por la vida, recaudando fondos para el proyecto de la cineasta Belkis Vega Viviendo con vih/sida, no obstante la problemática de estas pandemias se pueden considerar también, sin objeción alguna y en su sentido más consecuente, medioambientales.
Callada, mas con obra tan elocuente, su irreverencia ante los convencionalismos y a pesar de atender al valor contextual en los análisis del arte, su variedad de técnicas y soportes tampoco admite etiquetas: óleos, dibujos, algunas obras bicromas, acrílicos, tintas, tinta china, sean sobre papel, cartulina, cartón, tela, cedro enchapado, técnica mixta… ha sido debatida entre un absurdo surrealista, el arte digital, “ingenua del bad painting” si lo asumimos con toda la riqueza de su magia, o la deformación expresionista, aun polemizando si deforma a las víctimas del desastre, o las veta de formas, polémica imagen en el arte precisamente de las formas visuales; así como en la abstracción, convincente, mas solo enfatizando su tan obvio y constante contrapunteo con la figuración, al palparse notorias figuras de personas y animales.
Urgidos de nichos para convencernos de que hemos explicado un universo inexplicable y así, sentirnos más seguros, se ha insistido en etiquetarla, y no falta razón a quienes han concluido por definirla como “una artista muy personal”; podemos confluir, sin dudar, pero más allá de etiquetas, estamos ante obras que me hacen adscribirme al pensamiento martiano: al arte no se le juzga: se le siente, y se le ama. Sólo así somos justos y nos acercamos de una vez a su comprensión, alcance, y esencia, en todas sus más insólitas y sorprendentes dimensiones. Toda la obra de Teonila Maltas Pineda, es una invitación que lo demuestra fehacientemente.